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Grandiosa la fachada; la vaciedad como todo contenido En la arquitectura y el urbanismo moderno está de moda vaciar grandes edificios, dejando como recuerdo tan sólo los muros exteriores, para rehacerlos por dentro. A esta moda parece que se habían apuntado los seis toros que los hijos de Celestino Cuadri trajeron a Madrid: seis imponente fachadas, por dentro rellenadas de serrín; o por decir más ajustadamente, de plomo, por lo mucho que le pesaban las patas para moverse. Abundaron los que incluso tenían un fundamento de clase, que luego estaban incapacitados para sacarla a pasear. Frente ellos la terna de jóvenes veteranos, tan esperanzadora como parecía sobre el papel, se estrelló sin remisión.
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